PLAN LECTOR OCTUBRE
2 Samuel 18 Dios Habla Hoy (DHH)
Derrota y muerte de Absalón
18 David pasó revista a su ejército, y
puso jefes al frente de grupos de mil y de cien soldados. 2 Después
envió una tercera parte del ejército bajo el mando de Joab, otra tercera parte
bajo el mando de Abisai, hijo de Seruiá y hermano de Joab, y la otra tercera
parte bajo el mando de Itai, el de Gat. Y a todo el ejército le dijo:
—Yo iré con ustedes a
la batalla.
3 Pero ellos le respondieron:
—No, no haga eso Su
Majestad, porque al enemigo poco le importa que huyamos o que muera la mitad de
nosotros, pero Su Majestad vale tanto como diez mil de nosotros. Por eso es
mejor que Su Majestad se quede en la ciudad para enviarnos refuerzos desde
aquí.
4 —Haré lo que les parezca mejor —les
respondió el rey, poniéndose inmediatamente a un lado de la entrada de la
ciudad, mientras el ejército salía en grupos de mil y de cien soldados.
5 Además, el rey ordenó a Joab, a Abisai
y a Itai que, en atención a él, trataran con consideración al joven Absalón, y
todo el ejército escuchó la orden que el rey dio a los jefes acerca de
Absalón. 6 Así pues, las tropas marcharon al campo
para enfrentarse con las tropas de Israel.
La batalla tuvo lugar
en el bosque de Efraín, y 7 los de Israel fueron
derrotados por los seguidores de David. Hubo una gran matanza aquel día, pues
murieron veinte mil hombres. 8 La lucha se había
extendido por todo el territorio, y en esta ocasión el bosque mismo causó más
muertes que la espada. 9 Absalón, que iba montado
en un mulo, se encontró de repente frente a los seguidores de David. Entonces
el mulo se metió debajo de una gran encina, y a Absalón se le quedó trabada la
cabeza en las ramas, por lo que se quedó colgado en el aire, pues el mulo
siguió de largo. 10 Alguien que vio esto, fue a
decirle a Joab:
—He visto a Absalón
colgado de una encina.
11 Y Joab les respondió:
—Pues si lo viste,
¿por qué no lo derribaste allí mismo? Yo con mucho gusto te habría dado diez
monedas de plata y un cinturón.
12 Pero aquel hombre contestó a Joab:
—Aunque me dieras mil
monedas de plata, no atentaría contra el hijo del rey; porque nosotros
escuchamos que el rey te ordenó a ti, a Abisai y a Itai, que protegieran al
joven Absalón. 13 Por otro lado, si yo hubiera
hecho tal cosa, habría sido en vano, porque no hay nada oculto para el rey, y
tú no habrías hecho nada para protegerme.
14 —No voy a perder más tiempo contigo —le
respondió Joab; y tomando tres dardos, los clavó en el corazón de Absalón, que
aún estaba vivo en la encina. 15 Luego, diez
asistentes de Joab rodearon a Absalón, y lo remataron. 16 A
continuación Joab ordenó que tocaran la trompeta, y las tropas dejaron de
perseguir a los de Israel, porque Joab las detuvo. 17 Entonces
tomaron el cuerpo de Absalón, lo echaron en un gran hoyo que había en el
bosque, y sobre él levantaron un enorme montón de piedras. Después todos los
israelitas huyeron a sus casas.
18 En vida, Absalón se había mandado hacer
un monumento de piedra, el que está en el Valle del Rey, y le había puesto su
nombre, ya que no tenía ningún hijo que se lo conservara. Y hasta el presente
se le conoce como «el monumento de Absalón».
19 Luego Ahimaas, el hijo de Sadoc, dijo a
Joab:
—Te ruego que me
dejes ir corriendo a avisar al rey que el Señor le ha hecho justicia librándolo
del poder de sus enemigos.
20 Pero Joab le respondió:
—Tú no eres hoy la
persona ideal para llevar la noticia. Ya lo serás en otra ocasión, pero no hoy,
porque el hijo del rey ha muerto.
21 Sin embargo, Joab dijo a un soldado etíope:
—Ve tú, e informa al
rey de lo que has visto.
El etiope hizo una
reverencia a Joab y salió corriendo. 22 Ahimaas,
por su parte, volvió a decir a Joab:
—De todos modos,
déjame correr detrás del etíope.
Pero Joab le
contestó:
—¿Para qué quieres ir
tú, hijo mío, si no vas a recibir un premio por tu noticia?
23 —No importa, iré corriendo —contestó
Ahimaas.
—¡Pues corre! —le
respondió Joab.
Entonces Ahimaas echó
a correr por el valle, y se adelantó al etiope.24 Mientras
tanto, David estaba sentado entre las dos puertas de la entrada de la ciudad, y
el centinela había subido a la azotea, encima de la puerta de la muralla. Al
levantar la vista, el centinela vio a un hombre solo, que venía
corriendo, 25 y lo anunció al rey en voz alta. El
rey exclamó:
—Si viene solo es que
trae buenas noticias.
Mientras el hombre se
acercaba, 26 el centinela vio a otro hombre que
corría, y le gritó al guardián de la puerta:
—¡Viene otro hombre
corriendo!
—También ha de traer
buenas noticias —respondió el rey.
27 El centinela añadió:
—Por su modo de
correr, me parece que el primero es Ahimaas, el hijo de Sadoc.
—Él es un buen hombre
—comentó el rey—, y seguramente traerá buenas noticias.
28 Ahimaas se acercó, e inclinándose hasta
el suelo delante del rey, lo saludó y le dijo:
—Bendito sea el
Señor, el Dios de Su Majestad, porque ha quitado de en medio a los que se
rebelaron contra Su Majestad.
29 —¿Está bien el joven Absalón? —preguntó
el rey.
Y Ahimaas respondió:
—Yo vi un gran
alboroto en el momento en que Joab, servidor de Su Majestad, me enviaba, pero
no supe lo que pasaba.
30 Entonces el rey le ordenó:
—Colócate a un lado y
quédate ahí.
Ahimaas lo hizo
así. 31 En aquel momento llegó el etíope, y dijo:
—Reciba estas buenas
noticias Su Majestad: hoy el Señor ha hecho justicia a Su Majestad, librándolo
del poder de todos los que se rebelaron contra Su Majestad.
32 El rey preguntó al etíope:
—Y el joven Absalón,
¿está bien?
El etíope contestó:
—Ojalá que los
enemigos de Su Majestad y todos los que se rebelen contra Su Majestad y busquen
su mal, acaben como ese muchacho.
33 (19.1) El rey se conmovió, y subiendo al
cuarto que estaba encima de la puerta, se echó a llorar. Y mientras caminaba,
decía: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu
lugar! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío!»
PROFUNDICEMOS EN EL TEXTO
- Absalón, hijo de David, se reveló contra él y armó un ejército y se alió con los israelitas para atacarlo y destronarlo. Sin embargo sus planes no salieron como lo esperaba. Narra con tus palabras este evento tan trágico y el final de la vida de Absalón
- Analiza y describe las actitudes de Joab, los asistentes de Joab y Ahimaas ante la muerte de Absalón.
- David amaba profundamente a su hijo y, a pesar de su traición, no dejó de amarle ni deseó el mal para él, al contrario siempre esperó que su hijo se arrepintiera y dejara su conducta contra él. Son muchos los padres y madres que viven esa misma situación de rechazo y maltrato de sus propios hijos. Describe una de ellas.
- El pecado es un no a Dios, es rechazar su amor y preferir pequeños amores que no nos satisfacen, que nos dejan vacíos y destruyen nuestras vidas. Como David Dios sufre el rechazo de sus hijos porque conoce las consecuencias de nuestro pecado. La peor de las consecuencias de nuestro pecado es nuestra muerte espiritual, “porque la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6,23). Retomando la reacción de David ante la muerte de su hijo describe cómo puede ser la reacción de Dios ante la muerte espiritual que nos trae nuestro pecado, ten en cuenta el siguiente texto bíblico: “Pero yo, el Señor, juro por mi vida que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva” (Ezequiel 33,11)
- Hagámonos consientes de la muerte que traen nuestros pecados. Haz una lista de esas consecuencias de muerte:
- En nosotros mismos
- En los demás
- En la naturaleza
- En Dios
- Haz un examen de conciencia y contemplando la actitud de Dios ante nuestros pecados, escribe una oración donde le manifiestes a Dios el compromiso que quieras hacer para ser un mejor hijo suyo
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