EL SI DE MARÍA Y LA ENCARNACIÓN
El Hijo de Dios tomó su "carne", de la Virgen María. Dios tomó de Ella el cuerpo humano para entrar en nuestra condición mortal. Es una especie de intercambio en el que Dios toma la iniciativa, pero también necesita del "sí" de María, de su carne, de su existencia concreta, para preparar la materia de su sacrificio: el cuerpo y la sangre de Cristo para ofrecerla en la Cruz como instrumento de vida eterna y, en el sacramento de la Eucaristía, como alimento y bebida espirituales.
Lo que le sucedió a María es válido también para todo hombre y mujer, porque Dios nos pide a cada uno de nosotros que le acojamos, que pongamos a disposición nuestro corazón y nuestro cuerpo, toda nuestra existencia, nuestra carne para que Él pueda habitar en el mundo.
Si nosotros decimos "sí" tiene lugar también en nosotros este misterioso intercambio: quedamos asumidos en la dignidad de Aquél que ha asumido nuestra humanidad. El bautismo y la Eucaristía son los instrumentos de esta transformación recíproca, en la que pasamos a formar parte del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
ACTIVIDAD:
Fuente: Intervención del Papa con motivo del Ángelus, el 16 de agosto 2009
Lo que le sucedió a María es válido también para todo hombre y mujer, porque Dios nos pide a cada uno de nosotros que le acojamos, que pongamos a disposición nuestro corazón y nuestro cuerpo, toda nuestra existencia, nuestra carne para que Él pueda habitar en el mundo.
Si nosotros decimos "sí" tiene lugar también en nosotros este misterioso intercambio: quedamos asumidos en la dignidad de Aquél que ha asumido nuestra humanidad. El bautismo y la Eucaristía son los instrumentos de esta transformación recíproca, en la que pasamos a formar parte del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
ACTIVIDAD:
- ¿Cuál es la importancia del sí de María?
- ¿En qué consiste el intercambio de que habla el texto?
- ¿Cuál es el sí que nos invita a dar el Señor?
- ¿En qué nos convertimos al dar nuestro sí al Señor?
- ¿Cuál es es el cuerpo de Cristo el día de hoy?
Fuente: Intervención del Papa con motivo del Ángelus, el 16 de agosto 2009
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