OBJETIVOS:
- Descubrir el puesto y la función que ocupa la Virgen María en la Iglesia.
- Apreciar la maternidad de María hacia la Iglesia.
- Motivar la devoción a María.
ACTIVIDAD 1 EVOQUEMOS NUESTRA EXPERIENCIA
Compartamos
- ¿Quién es la Virgen María para nosotros?
- ¿Por qué la Iglesia le da tanta importancia?
- ¿Qué tiene que decirnos María hoy a los jóvenes?
ACTIVIDAD 2: ¿QUE NOS DICE LA PALABRA DE DIOS?
Es María misma quien, con su
canto de salvación que conocemos como el magníficat, expresa el puesto que
tiene en la Iglesia. Lee atentamente el “magníficat” o canto de María:
“María dijo entonces: "Mi alma alaba al Señor, y
mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque se ha dignado mirar a su
humilde esclava y desde hoy todas las generaciones me proclamarán
bienaventurada pues el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Su nombre es Santo y su compasión
con los que le temen pasa de padres a hijos. Manifestó su fuerza vencedora.
Dispersó a los hombres de
soberbio, corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos y elevó a los humildes.
Llenó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con sus manos vacías.
Siempre compasivo, socorrió a
Israel: su servidor, como lo había prometido a nuestros antepasados, a Abraham
ya sus descendientes para siempre”. Lucas 1, 46-55.
REFLEXIONA
2. ¿Por qué la llamaron bienaventurada todas las generaciones?
3. ¿Qué ha hecho Dios con los de soberbio corazón?
ACTIVIDAD 3: RESUMEN EN TU CUADERNO
1.
EL
CANTO DE MARÍA
María llena de Dios hace su canto
que anuncia la acción de Dios en favor de su pueblo, y anuncia también la obra
que realizarán Jesucristo y la Iglesia.
María anuncia con su canto el
Proyecto de Dios: María canta a Dios justo, amigo de los sencillos y humildes
de corazón, en cuyo favor actúa y manifiesta su fuerza vencedora.
María canta al Dios justo y fiel,
que no soporta a los soberbios de corazón, ni a los ricos, ni a los poderosos
porque con su poder y fuerza injustos siembran muerte, hambre, violencia e
injusticia en el pueblo humilde. María, a pesar de ser la Madre de Dios se
declara humilde y agradecida con el Señor que se ha fijado en ella. María se
declara hija de Dios, agradecida por la misión que le ha dado.
María se declara hermana de los
pobres, de los sencillos, de los humildes, y anuncia que ellos serán
consolados, serán llenos de bienes porque Dios estará con ellos por medio de
Jesucristo y de la Iglesia.
María declara la victoria definitiva
de los pobres porque los poderosos serán derribados de sus tronos y despedidos
con las manos vacías.
¿No es ésta la obra que realizó
Jesús cuan-do acogió a los pobres, a los hambrientos, a los enfermos y los
sanó? ¿No es ésta la primera comunidad
cristiana que estudiamos en Hechos 2, 42-47 donde todos los cristianos
compartían sus bienes y no había necesitado, porque todos tenían lo necesario
para vivir?
2.
LA
VIRGEN MARÍA Y LA IGLESIA
La Iglesia reconoce a María como
Madre de Jesús y también la reconoce como Madre de la Iglesia. María y la
Iglesia tienen la misma misión que es entregar a Jesucristo, hacer presente a
Jesucristo en la tierra y darlo a conocer a los hombres.
La Iglesia como María recibe el
Espíritu Santo para realizar su misión; la Iglesia es la continuadora de la
obra de María; así lo expresó el Concilio Vaticano II:
“La Bienaventurada Virgen,
predestinada desde toda la eternidad cual Madre de Dios junto con la
encarnación del Verbo por designio de la divina Providencia, fue en la tierra
la esclarecida Madre del divino Redentor y en forma singular la generosa
colaboradora entre todas las creaturas y la humilde esclava del Señor.
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, pre-sentándolo en el templo
al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la cruz, cooperó en forma
del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida
caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal
motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia...
Ahora bien, la Iglesia,
contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente
la voluntad del Padre, también ella es hecha Madre por la palabra de Dios
fielmente recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para
la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos
de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fe
prometida al Esposo, e imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del
Espíritu Santo conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la
sincera caridad”.
3.
DE MARÍA
DEBEMOS IMITAR
La fe. María está atenta a la
palabra de Dios y escucha la palabra que le trae el mensaje de Dios que le dará
sentido a su vida.
Aunque no entiende bien el mensaje
de ser la Madre de Dios, María tiene fe en Dios y acepta su voluntad, así como
la aceptó cuando vio a Jesús morir en la cruz. La fe de María es firme.
• La
esperanza. María siempre esperó en Dios la salvación para su pueblo.
Aunque su hijo estaba aparentemente
derrotado en la cruz y la salvación que ofrecía parecía estar lejos, María
siguió esperando y su esperanza se llenó de luz en la Resurrección: Jesús, su
hijo, vive.
• La
caridad. María aceptó su misión por amor a los hombres. Ya en su canto María
siente la fraternidad con los sencillos, los pobres, los humildes, y quiere la
liberación y el bienestar para ellos. Por su fe, por su esperanza y por su
caridad, María es modelo de vida cristiana para todos.
ACTIVIDAD 4: EVALÚA EL LOGRO DE LOS OBJETIVOS
Realiza dos cuadros comparativos
en los que respondas
- ¿Qué parecido hay entre la Iglesia y la Virgen María?
- 2. ¿Qué parecido hay entre el canto de María y Hechos 2, 42-47?
Tu compromiso. Para tu cuaderno
3. ¿Qué aspectos de la vida de María necesitas imitar?
3. ¿Qué aspectos de la vida de María necesitas imitar?
Recuerda: Dios ha desplegado el
poder de su brazo y ha dispersado a los soberbios de corazón ha derribado a los
poderosos de sus tronos y ha levantado a los humildes. Hagamos nuestra oración.
Rezamos a la Virgen
“Dios te salve, María, llena
eres. . .
Referencia: Blaco, Blas (1992) Religión 9. Ediciones Paulinas. Santafé de Bogotá, D.C.
Referencia: Blaco, Blas (1992) Religión 9. Ediciones Paulinas. Santafé de Bogotá, D.C.
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